El papa que caminó entre el lodo: así fue el paso de León XIV por Chiclayo
Antes de convertirse en el máximo líder de la Iglesia Católica, Robert Prevost construyó una relación profunda con el pueblo.
Noticias RCN
08:25 p. m.
Desde el balcón del Vaticano, León XIV no solo saludó como nuevo papa. En sus primeras palabras evocó el país que lo marcó: Perú.
Y no se trató de un recuerdo casual. La relación del nuevo pontífice con esa tierra, especialmente con Chiclayo, se forjó durante años de trabajo pastoral, entre calles inundadas, comunidades golpeadas por la pobreza y una fe que resistía las crisis.
Este es el legado que deja en la costa norte del Perú el hombre que, nacido en Chicago, decidió hacerse peruano antes de ser papa.
Así fue el paso de León XIV por Chiclayo
Robert Francis Prevost, hoy papa León XIV, llegó a Perú como misionero agustino. Su primera labor sacerdotal fue en la ciudad de Chulucanas, donde conoció de cerca las necesidades de una población olvidada.
Tiempo después fue enviado a Trujillo, en el norte del país, donde lideró iniciativas con aspirantes a la vida religiosa y trabajó en proyectos misioneros que lo mantuvieron siempre cercano a la realidad de las comunidades.
Luego de un breve regreso a Estados Unidos en 1999, el vínculo de Prevost con Perú fue reactivado por decisión del papa Francisco. En 2014, fue designado apostólico de la diócesis de Chiclayo, en el departamento de Lambayeque.
Fue en esta ciudad donde su rostro se hizo familiar, su nombre se volvió parte del lenguaje cotidiano de los fieles, y su figura pastoral creció bajo el respeto y la iración de quienes lo vieron caminar por calles inundadas o atender a comunidades rurales sin cámaras ni reflectores.
Al llegar a Chiclayo, no lo hizo como un extranjero de paso. En 2015, tomó una decisión: se nacionalizó peruano.
La Superintendencia Nacional de Migraciones lo reconoció oficialmente como ciudadano, un paso que confirmaba lo que ya era evidente para muchos: Prevost ya pertenecía a Perú, y especialmente a Chiclayo.
Ese mismo año fue nombrado obispo de la diócesis, y desde ese momento su gestión pastoral fue recordada por su cercanía real.
Los testimonios de los fieles dan cuenta de un obispo comprometido con proyectos juveniles, que buscó oportunidades para los más necesitados y que usó todos los medios a su alcance para ayudar en tiempos de emergencia.
Las crisis que vivió el papa en Chiclayo
Durante la pandemia del covid 19, cuando el norte del Perú enfrentó una escasez crítica de oxígeno, el entonces obispo Prevost no dudó en utilizar las redes sociales para lanzar la campaña “Oxígeno de la Esperanza”.
Pero esa no fue la única crisis que enfrentó. Chiclayo ha sido golpeada con fuerza por el cambio climático. Las lluvias torrenciales y las inundaciones han azotado a la ciudad en varias ocasiones.
En medio de estas emergencias, las imágenes del obispo Prevost recorriendo calles anegadas con botas de caucho, conversando con damnificados y organizando la ayuda pastoral, reflejan una entrega que no pasó desapercibida. No habló desde lejos: estuvo en el barro, en las casas inundadas, en los albergues improvisados.
De esta forma, para los chiclayanos, Prevost no fue solo un sacerdote, ni solo un obispo. Fue un acompañante de las dificultades, un gestor de esperanza, un puente entre la fe y la acción concreta.