¿Qué pasa si alguien rompe el secreto del cónclave? Esta son las duras sanciones
Las sanciones no solo son para los cardenales, también alcanzan a quienes trabajan en la logística.
Noticias RCN
06:37 a. m.
Este miércoles, tras la misa Pro eligendo Pontifice, los 133 cardenales electores se preparan para ingresar a la Capilla Sixtina y dar inicio oficial al cónclave, el proceso más reservado de la Iglesia Católica: la elección de un nuevo papa. Pero antes de cerrar las puertas, tanto cardenales como personal de apoyo hacen un juramento de secreto absoluto. Y romperlo no es un asunto menor.
¿Qué pasa si cardenales o personal de Vaticano rompen el juramento?
La normativa que rige este proceso es la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II. En ella se establece que cualquier violación al secreto del cónclave tiene consecuencias severas tanto para religiosos como para laicos.
Si un cardenal revela cualquier detalle del proceso, incluyendo votos, opiniones o deliberaciones, automáticamente incurre en excomunión “latae sententiae”: queda fuera de la Iglesia sin necesidad de juicio previo. Además, pierde su investidura y no podrá ejercer más funciones eclesiásticas de por vida.
También hay castigos para el personal de logística
Pero las sanciones también alcanzan a quienes trabajan en la logística del cónclave. Médicos, cocineros, técnicos, personal de limpieza y seguridad deben también prestar juramento ante el Camarlengo, comprometiéndose a guardar silencio total sobre lo que ocurra en esos días.
Si alguno de ellos llega a filtrar información, puede ser procesado penalmente por la justicia italiana, enfrentando incluso penas de prisión por violación del secreto de Estado.
Por eso, en cada cónclave, el Vaticano refuerza los protocolos de seguridad y confidencialidad. Se instalan inhibidores de señal, se sellan ventanas y se somete a todos los presentes a estrictas normas de vigilancia.
La Iglesia no solo protege el rito, sino también la solemnidad del momento. El silencio, en este caso, no es una formalidad: es un deber sagrado.