Burnout digital ¿hasta cuándo lo ignoraremos?
No es un secreto que la tecnología ha facilitado el trabajo mediado por plataformas, y a menudo se anima a las personas a interactuar con esta, mediante diversas soluciones digitales.
07:25 a. m.
Las Naciones Unidas nos invita a reconocer el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información con el objetivo de sensibilizar sobre las posibilidades que el uso de internet y otras tecnologías de la información y la comunicación, TIC, pueden ofrecer a las sociedades y a la economía; así como fomentar la necesidad de reducir la brecha digital.
No es un secreto que la tecnología ha facilitado el trabajo mediado por plataformas, y a menudo se anima a las personas a interactuar con esta, mediante diversas soluciones digitales. Sin embargo, su mal uso puede provocar una sobrecarga digital, lo que afecta negativamente todos los ámbitos de la vida: física, mental, emocional, profesional, laboral y social.
Si el estrés digital se ha convertido en un factor silencioso que impacta en el bienestar y la productividad de los empleados, ¿qué responsabilidad tienen las empresas en gestionarlo? Un estudio de la Universidad de Bamberg en Alemania advierte que la exposición a correos electrónicos, notificaciones y alertas constantes, genera una sobrecarga tecnológica, exacerbando el estrés en entornos laborales ya saturados. Y es ahí donde se sobrepasan los límites entre el trabajo y la vida personal, puesto que, la expectativa de disponibilidad permanente e inmediata a través de dispositivos ha creado una cultura laboral tóxica donde desconectarse se percibe como falta de compromiso.
En paralelo, muchos trabajadores enfrentan una angustia particular y es la frustración de no poder dominar herramientas digitales que cambian continuamente, sintiéndose incapaces o rezagados es su propio campo. Los avances tecnológicos traen además un nuevo tipo de inseguridad laboral, no es solo el temor de ser reemplazados por la automatización, sino la ansiedad de quedar obsoletos frente a colegas con mayores habilidades digitales. En un mundo donde la innovación no se detiene, cada nueva plataforma se convierte en un recordatorio de que el aprendizaje nunca termina, obligándonos a una adaptación constante.
Los expertos subrayan que esta suma de presiones puede llevar al agotamiento, lo que impacta en la productividad y afecta la salud mental, de ahí la importancia de gestionar adecuadamente la tecnología, pues lo que debería percibirse como una aliada, se ha convertido en un factor de desgaste contante.2 ¿Estamos normalizando el “tecnoestrés” como un mal necesario del trabajo moderno, cuando en realidad debería ser una señal de alarma?
En la realidad globalizada e interconectada en la que vivimos, vale la pena entender que, el trasfondo de la tecnología es aplicarla de manera responsable, ética e íntegra, tanto en el campo individual, como social. La transparencia en el uso de datos y la confianza se encuentran entre los objetivos más importantes en la adopción de estos nuevos sistemas digitales.
En resumen, las TIC no deben ser motivo de miedo, sino de aprendizaje y aprovechamiento para gozar al máximo de sus ventajas. Sin importar cargos o niveles jerárquicos, pensemos siempre en dar un uso saludable a la tecnología, lo que implica encontrar un equilibrio entre aprovechar sus beneficios y minimizar sus riesgos.