Entre consultas, cabildos y discursos
Discursos eternos en tarima, marchas financiadas con recursos públicos y un constante señalamiento de enemigos imaginarios.
08:44 a. m.
Hablar de Petro es realmente aburrido, pero al mismo tiempo es inevitable. Hoy la situación del país es alarmante: no hay Gobierno Nacional funcional, no hay dirigencia con rumbo, no hay objetivos de desarrollo ni voluntad política para que Colombia avance. El país quedó en un limbo donde el presidente se desentendió de sus funciones y está atrapado entre el populismo, la inacción y la eterna campaña política.
Gobernar le quedó grande. Ahora pesca en río revuelto buscando excusas para justificar su incapacidad de dirigir a la Nación. En ese escenario ha vuelto a su zona de confort: apelar al populismo y exacerbar las divisiones sociales con un discurso simplista de “las élites” contra “el pueblo”.
Ejemplo de ello es su estrategia de promover cabildos abiertos y una consulta popular para supuestamente refrendar sus reformas. Pero más allá del ropaje democrático, lo que se evidencia es un intento por desconocer la institucionalidad y el papel del Congreso, bajo la falsa premisa de un "mandato popular" que él mismo interpreta a su antojo.
A esto se suma la parálisis generalizada en el Ejecutivo. En tres años de gobierno, Petro ha tenido más de 70 cambios ministeriales (entre ministerios y viceministerios). Esta rotación refleja no solo improvisación, sino también una ausencia absoluta de dirección técnica y política.
Mientras tanto, el país real sufre. La decisión política de desfinanciar el sistema de salud ha desencadenado una crisis humanitaria sin precedentes. La inseguridad y el control territorial de grupos criminales no da tregua. La inflación de alimentos sigue castigando a los hogares más pobres, y la inversión extranjera directa cayó un 26% en 2024. ¿Y la respuesta del presidente? Discursos eternos en tarima, marchas financiadas con recursos públicos y un constante señalamiento de enemigos imaginarios.
Petro nunca ha sabido gobernar, pero es un experto en hacer campaña. Y es ahí donde se siente cómodo: en la plaza pública, en la retórica incendiaria, en la victimización constante. Su gobierno no es un proyecto de país, es una eterna gira electoral con recursos del Estado. Colombia no necesita más discursos ni consultas, se necesita un gobierno de verdad.