¿El Metro en riesgo?
La decepcionante visita del presidente Gustavo Petro a China desató la furia de Estados Unidos. Ojalá que no termine frenando el Metro de Bogotá.
10:00 a. m.
No es un secreto, y no estoy mintiendo si digo que resultó ineficaz la visita del presidente a China. No hay un memorando de entendimiento, un tratado comercial. Simplemente un documento no vinculante, conocido como plan de cooperación. Curiosamente, durante la visita de Petro, el país asiático eliminó la visa a cinco países de Latinoamérica, pero Colombia no está en la lista.
Basta con revisar las declaraciones de los ministros y del mismo presidente. No hay nada claro, cuantificable —en tiempo o plata— sobre lo que significa ese plan. Los mismos gremios acá lo advirtieron: la distancia, el idioma, la falta de puertos, de mercado y un sinfín de problemas hacen que las empresas no apunten a China.
Lo que sí logró la visita del presidente fue molestar aún más a Estados Unidos, el principal socio comercial de Colombia. El que —nos guste o no— genera empleo y mueve sectores gigantes de nuestra economía, como flores, café y banano, entre otros. Al punto que el Departamento de Estado anunció que se opondrá ante el Banco Interamericano de Desarrollo a próximos desembolsos para empresas chinas que adelantan proyectos en Colombia. Aunque Estados Unidos no maneja el BID, es el accionista principal con el 30 % de participación. Grave para nosotros.
Y grave especialmente para el metro. La megaobra es construida por una empresa china y tiene financiación del BID. Ya hay mucho dinero entregado, pero faltan desembolsos. El alcalde Galán confía en que la banca honrará los compromisos, pero el panorama no parece tan claro.
Tan grave y claro es que a Estados Unidos le sobran aliados para frenar los desembolsos hacia nuestro país. Y resulta que el único proyecto gigante público que marcha en Colombia y que manejan los chinos con financiación del BID es el metro.
Paradójico resultaría que el presidente no pudo desde el Gobierno frenar ni modificar el trazado y el diseño del metro, que claramente no le gusta por el hecho de ser elevado, y muy probablemente la arremetida gringa termine haciéndole un favor. Ya desde China, frente a medios, mostró el mandatario que no le parece nada grave que no desembolsen esa plata para un proyecto que es un “Frankenstein”.
No quiero ahondar en eso en este momento, pero vale la pena recordar que el metro es así porque, por múltiples razones, el entonces alcalde Gustavo Petro no logró contratar el proyecto que proponía. No quedó nada, faltaron estudios y se quedó en promesas.
Y peor aún, falta ver qué pasará con la licitación de la línea dos que estaba proyectada para este año y que cuenta con una amplia financiación del BID. ¿No podrían entonces participar los chinos?
El proyecto del metro ya supera el 50 % de ejecución, la obra marcha a tiempos, trabajan día y noche sin parar. Es una realidad, ya no es un simple estudio. Las gigantes vigas se ven por la Caracas, también en Bosa. El patio-taller donde construyen los pilotes es enorme, no hay reversa, y por fin, después de 60 años de esperar este sistema de transporte, es una realidad.
Es indudable que si se suspenden los desembolsos, el daño sería enorme. Hoy nadie realmente tiene claro si ocurrirá o no, pero donde llegue a pasar y el proyecto termine frenado, ya sabemos en quién recae gran parte de la responsabilidad.