Los cinco cardenales que tienen ritos diferentes para el cónclave
Durante el juramento previo al cierre de la Capilla Sixtina, se vieron a cinco cardenales que iban con una vestimenta diferente a los demás. ¿Por qué?
Noticias RCN
02:44 p. m.
En un mar de sotanas rojas, cinco cardenales destacan por su vestimenta única durante el cónclave en el Vaticano. Estos religiosos, representantes de los ritos orientales católicos, aportan una nota de diversidad al tradicional encuentro de 133 cardenales provenientes de 171 países.
Los cinco cardenales con ritos diferentes
El cardenal ucraniano Mykola Bychok, el más joven del cónclave y residente en Australia, luce túnicas bizantinas y ornamentos propios de su tradición.
Por su parte, el cardenal George Jacob Koovakad, de 51 años, opta por vestir de blanco y utiliza un gorro litúrgico oriental en lugar de la característica birreta roja.
El cardenal Baselios Cleemis, de 65 años, se distingue por portar un hábito oscuro tradicional acompañado de un manto y mitra.
En contraste, el cardenal Berhaneyesus Souraphiel, de 76 años, viste una sotana blanca con bordados, alejándose de la sotana roja convencional.
Completando este grupo diverso, el cardenal iraquí Luis Rafael I Saco luce el hábito oscuro y mitra propios del rito caldeo.
Las variaciones culturales dentro de la iglesia católica
Estas variaciones en la vestimenta reflejan la riqueza de las tradiciones litúrgicas y culturales presentes en la iglesia católica.
La presencia de estos cinco cardenales, provenientes de lugares tan diversos como India, Grecia, Irak y Etiopía, subraya la universalidad de la Iglesia y su capacidad para acoger diferentes expresiones de la fe católica. Sus atuendos, que van desde túnicas bizantinas hasta hábitos oscuros tradicionales, son un testimonio visual de la diversidad dentro de la unidad.
A pesar de las diferencias en la vestimenta, todos los cardenales comparten la misma fe y participan en igualdad de condiciones en el cónclave. Esta diversidad en la unidad eclesiástica demuestra cómo las tradiciones litúrgicas y culturales pueden coexistir y enriquecer la experiencia religiosa global.