¿Cómo opera el cerebro de un fanático? La neurociencia explica la pasión extrema
¿Qué sucede a nivel cerebral cuando la iración se convierte en fanatismo? Recientes investigaciones explican la pasión extrema.

Noticias RCN
06:05 p. m.
La pasión, llevada al extremo, puede transformarse en un fenómeno que impacta directamente en nuestro cerebro.
El fanatismo, ya sea político, religioso o deportivo, genera cambios medibles en la mente humana que, en ciertos casos, pueden desencadenar comportamientos agresivos.
La psiquiatra Laura Villamil, experta en la materia, reveló cómo esta devoción extrema va más allá de la simple iración, revelando mecanismos neurológicos sorprendentes.
"Los escáneres cerebrales nos muestran algo alarmante," explicó Villamil. "Cuando un fanático político ve amenazado a su líder o ideología, su cerebro reacciona igual que el de un hincha cuyo equipo pierde un clásico: se apaga el control racional y se encienden las zonas emocionales más primitivas."
¿Cuáles son las transformaciones neuronales que se observan en el cerebro de un fanático?
La experta se basó en estudios con resonancia magnética funcional (fMRI), una técnica que permite observar la actividad cerebral en tiempo real.
Estas investigaciones revelaron al menos tres transformaciones clave que ocurren en el cerebro de un fanático cuando su objeto de devoción es percibido como amenazado:
- Inhibición de la conexión emoción-razonamiento: Se inhibe el núcleo que conecta el sistema límbico (responsable de las emociones) con la corteza frontal (encargada del razonamiento, la toma de decisiones y el control de impulsos). Esto significa que la capacidad de evaluar las consecuencias lógicas de las acciones disminuye drásticamente, dejando vía libre a las respuestas emocionales.
- Activación de la red de mentalización: Paradójicamente, se activa la red de mentalización, que normalmente nos permite entender las intenciones y creencias de los demás. Sin embargo, en el fanático, esto lleva a un estado de hipervigilancia, donde cada acción o comentario del "otro" (el opositor o rival) se interpreta como una amenaza directa o un ataque personal.
- Desregulación del sistema de recompensa: El sistema de recompensa cerebral, que libera dopamina y otras sustancias químicas relacionadas con el placer y la gratificación, se desregula completamente. Esto puede explicar por qué la reafirmación de la ideología o la victoria del "lado propio" genera un placer tan intenso, y por qué la derrota o la crítica puede sentirse como un dolor físico.
"Esto explica por qué algunos pasan de la iración política a la agresión física," contó Villamil.
"Cuando su líder o causa está en peligro, literalmente pierden capacidad para calcular consecuencias y su reacción se vuelve más instintiva y visceral."
¿Cómo el cerebro de un fanático reacciona fisiológicamente ante la amenaza?
El mecanismo neurológico que Villamil describió es idéntico al que se observa en grupos con fanatismos extremos, como las barras bravas en el fútbol o ciertos grupos religiosos fundamentalistas.
Cuando se activa esta respuesta, el cuerpo entra en un estado de "lucha o huida" que se manifiesta con síntomas fisiológicos específicos:
- Aumento del ritmo cardíaco y presión arterial: El cuerpo se prepara para la acción, bombeando sangre más rápidamente.
- Respiración superficial: La respiración se acelera y se vuelve menos profunda, reduciendo la oxigenación cerebral y contribuyendo a un pensamiento menos racional.
- Liberación masiva de hormonas de estrés: Hormonas como el cortisol y la adrenalina inundan el sistema, manteniendo al individuo en un estado de alerta constante y predispuesto a la reacción.
- Umbral del dolor más alto: La percepción del dolor disminuye, lo que podría explicar la tolerancia a ciertas agresiones o la disposición a recibirlas en defensa de la causa.
"Es el mismo patrón que vimos en los peores años de violencia en Colombia," adviertió la psiquiatra. "El cerebro fanático no distingue entre política, fútbol o religión. Solo ve 'nosotros vs. ellos', activando un mecanismo tribal de supervivencia que puede ser extremadamente peligroso."
Para contrarrestar estos efectos y fomentar un fanatismo más saludable, Villamil propuso siete "antídotos" basados en principios de neurociencia: recordar la ciclicidad de las victorias y derrotas, separar la autoestima personal de los resultados externos, practicar respiraciones profundas ante el estrés, canalizar emociones hacia actividades constructivas (ejercicio, creatividad), evitar el lenguaje difamatorio, participar en actividades comunitarias diversas y fomentar el diálogo interpartidista.