El mensaje que envió el piloto de la narco-avioneta a Alejandra Azcárate y su esposo

Alejandra Azcárate y su esposo Miguel Jaramillo estuvieron hablando en entrevista con Noticias RCN sobre los detalles de la narco-avioneta, la aeronave que encontraron cargada con casi 500 kilos de coca y que aparecía a su nombre, lo que provocó una ola de críticas y polémica al rededor del caso.

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Sin embargo, Jaramillo asegura que nunca fue dueño de dicha aeronave, aunque sí itió que en un momento fue socio de la compañía propietaria, por lo que explicó que cinco meses antes del escándalo, se retiró.

Señalan que este capítulo dio un dramático vuelco a sus vidas, pues el verdadero dueño de la avioneta, Fernando Escobar, nunca itió públicamente que el vehículo pertenecía a él, caso contrario al piloto.

“Yo he sentido mucha rabia, mucha indignación por lo que esas personas nos hicieron. Porque Fernando Escobar, el dueño de la avioneta, nunca asumió su responsabilidad, ni públicamente ni de manera privada”, dijo Alejandra.

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El mensaje del piloto de la narco-avioneta

Revelaron que, a pesar de que Escobar nunca apareció, quien sí se pronunció fue el piloto de la avioneta, quien decidió enviarles un mensaje a través de su abogada, teniendo en cuenta el difícil momento por el que estaban atravesando.

“De hecho, el piloto, a través de su abogada, nos mandó un mensaje donde nos ofrecía disculpas y nos pedía perdón. Miguel noblemente le contestó, yo aún no he podido dar esa contestación, que lo perdone Dios”, detalló Azcárate.

“Los sótanos del infierno”

Fue una de las frases de Alejandra Azcárate más usada en las redes sociales en el marco de la polémica, incluso fue utilizada en contra de la presentadora. Sin embargo, asegura que no se arrepiente de haberla dicho.

“Me encanta mi frase, me fascina. O sea, es tan potente que se volvió una expresión popular y disfruté que se burlaran de ella, porque es que para eso es la desgracia, para uno tratar de sacarle punta, sino cómo haces para sobrevivir”.

Conocí los mismísimos sótanos del infierno. Lo bueno es que ahí dejé ese piso bien trapeado, polichado, barrido, porque el diablo es muy exigente con la limpieza