Retrato Hablado: "Acorraladas", la lucha contra la violencia vicaria en Colombia
En Colombia, cada vez más madres denuncian una violencia que no deja moretones, pero sí rompe familias: la violencia vicaria.
"No me los quitó mi expareja. Me los quitó el Estado", dice Fernanda Restrepo con la voz firme pero rota. Es influencer, madre y una de las miles de mujeres en Colombia que enfrentan una de las formas más invisibles y crueles de la violencia de género: la violencia vicaria.
Este fenómeno ocurre cuando los agresores —en su mayoría hombres— utilizan a los hijos para hacer daño a las madres. En el capítulo Acorraladas del programa Retrato Hablado, tres historias desgarradoras revelan cómo la justicia colombiana, lejos de proteger, muchas veces revictimiza.
Con más de 800 mil seguidores, Fernanda construyó una comunidad digital sobre la crianza respetuosa. Pero fuera de las pantallas, enfrenta un drama familiar que no ha logrado revertir, pese a contar con pruebas de violencia y medidas de protección. Su exesposo la denunció por supuestamente vulnerar los derechos de sus hijas, y el ICBF le otorgó la custodia provisional. Ella insiste en que todo se trata de una estrategia para castigarla.
“Me acusaron sin pruebas. Y cuando llevé las verdaderas, nadie las quiso ver”, relata. Desde entonces, no ha podido hablar ni ver a sus hijas. Denuncia que la justicia ha sido más violenta con ella que su propio agresor. “Si esto me pasa a mí, que tengo visibilidad y apoyo, ¿qué les pasa a las que no tienen nada?”
Luisa es bioingeniera y madre. Su historia comienza con una denuncia por violencia intrafamiliar contra su expareja, quien además desempeña un alto cargo en una universidad. Lo que siguió fue una serie de represalias que hoy la tienen contra las cuerdas.
El hombre ha interpuesto más de diez denuncias en su contra. La acusan de ser una madre negligente, y hasta fue multada por publicar una foto con su hija en redes sociales. La razón: supuestamente afecta emocionalmente al padre.
“Esto no es una pelea de pareja. Es violencia. Él usa a nuestra hija para castigarme”, asegura Luisa. Y aunque su historia ha sido documentada y compartida, las instituciones siguen tratándola como una disputa doméstica más.
Una madre en Bogotá: el castigo de haber hablado
En el sur de Bogotá, una madre de tres hijos denunció a su esposo tras años de maltrato físico y psicológico. Cuando su hija menor confesó haber sido abusada sexualmente por el padre, ella creyó que, por fin, la justicia actuaría. Lo hizo, pero en su contra.
Pese a contar con pruebas médicas, los niños fueron enviados a un hogar de paso por decisión del ICBF. Desde entonces, solo puede verlos dos horas a la semana. “Me acusan de haber tocado a mi hija, cuando fue él quien la lastimó. Me lo dijo llorando. ¿Por qué no le creen?”
El dolor se le quiebra en la garganta cuando recuerda la última vez que los abrazó. “¿Por qué me los quitan a mí, si hay tantos niños abandonados en las calles?”, se pregunta.
Un fenómeno que el sistema no sabe nombrar
La violencia vicaria aún no está tipificada como delito en Colombia, aunque un proyecto de ley avanza en el Congreso. Mientras tanto, muchas mujeres enfrentan un acoso judicial sistemático que, lejos de proteger a los menores, perpetúa el poder del agresor.
Retrato Hablado pone el foco en un drama silenciado: el uso de los hijos como instrumentos de control y castigo. Y lo hace desde la voz de las víctimas, que reclaman ser escuchadas, comprendidas y, sobre todo, protegidas.
“No es solo mi historia. Es la de todas las mujeres a las que el sistema les ha fallado”, dice Fernanda. Lo dice por ella, por Luisa, por la madre en Bogotá… y por tantas otras que aún no se atreven a hablar.